jueves, enero 17, 2008

Comer cuando era niña

Recuerdo muy bien cuando era niña y odiaba que llegara la hora de la comida. ¡Cómo detestaba comer carne y pollo! Desde esa época puede haber sido perfectamente vegetariana, y aún podría serlo, quizás un día lo haga (ajjaja no, no es uno de mis sueños), pero el punto es que muchísimos días de mi niñez viví bajo la amenaza de "la pala", y me estaba al menos una hora comiendo: ¡fue horrible! Pero agradezco que mi abue me haya obligado a hacerlo. Y es que en la familia Ransom, todas las noches Nicola llora a la hora de la cena; la comprendo porque es espantosa esa sensación de tener ahí el bocado de algo que te parece asqueroso y que debas tragarlo, ya no sabes si lloras de temor, de asco, de desesperación: es algo nefasto.

Mi mamá y mi abue siempre estuvieron muy preocupadas porque “yo no quería comer”; cuando íbamos con mi pediatra –el Dr. Blumenkron- me acusaban con él diciéndole que me mandara a hacer análisis de sangre porque de seguro tenía anemia ya que nunca quería comer. ¿Resultado? Yo BERREANDO en los Laboratorios Ruiz, haciendo un escándalo, el dueño del laboratorio tratando de consolarme, mi abue avergonzada regañándome, en fin, toda una escena. Para mi buena suerte NUNCA, he tenido anemia (la verdad, todo se lo debo al desayuno que tuve durante 3 años de kínder, 6 de primaria, 3 de sencudaria, 3 de prepa y 4 de universidad: licuando con Calcetose y un huevo), pero como mi mamá y abue insistían que yo no comía, entonces lo que el pediatra hacía era mandarme un “estimulante del apetito”, mismo que es otra cosa que tampoco puedo olvidar: Vitermun; un jarabito rojo-rosa que sabía espantoso, pero que a la vez, no se compara con la porquería del Incremin, que creo contenía hierro pero tenía una consistencia espesa y sabor vomitivo. El tomar esos jarabes era otro pequeño drama, y cuando nuevamente me volvían a acusar con el pediatra de que no quería tomarlos, éste decía: “pues señora, que se tome el jarabe y luego un traguito de coca cola” ajajajja yo amo el Dr. Blumenkron.

Pasé toda mi infancia siendo super flaca, pero jamás con anemia, e insisto, eso se lo debo al Calcetose. ¿Qué fue lo más asqueroso que comí siendo niña? ¡No puedo olvidarlo! También tengo la imagen grabada, por suerte, no era comida, sino un mísero remedio casero que una vecina (Doña Mary) le dijo a mi abue que me diera para que se me quitara la tos de perro que tenía. La méndiga recetita consistía en comer un huevo de totola crudo, con unas hierbitas ahí revueltas… y ahí tienen a mi abue, dándome las cucharadas, yo vomitándolo, ella entonces preparando un nuevo huevo, yo berrenado...

Es horrible que te obliguen a comer, comprendo perfectamente a todos los niños, pero aunque suene ridículo y como si ya fuera una anciana, un día estarán agradecidos, yo lo estoy, es una de las tantas cosas que le debo a mi abue.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajaja! Amé lo de la amenaza latente de "la pala". La verdad es que en mi casa nunca me "apalearon", pero en casa de mi abuelita sí que existía una "pala vengadora", no cualquier pala! Sin embargo eso no me atrevo a contárselo a nadie por acá, pues no lo comprenderían, pensarían que en México somos unos abusadores de niños!

Por otra parte, amo todos los jarabes que tuviste que tomar. Yo tengo un primo al que le daban Emulsión de Scott... y le encantaba! Como dicen los niñitos franceses para decir Fuchi: BERK!

TQM
Dennice

Anónimo dijo...

Esta historia es realidad y como cuento una belleza, con esa capacidad tan grata en ti, para narrar y ser amena, me gustó.
P.D. Sin duda quien lea esta historia, interpretará el significado de méndiga, porque se volvió de uso común. Sin embargo he aquí una anécdota.
Había un cómico mexicano que se hacia llamar Clavillazo, Antonio Espino era su nombre, poblano por cierto; probablemente cuando tu eras niña ya no actuaba, aunque alguna película de él la hayas visto en televisión; que solía decir méndigo, y cuando le decían que se decía mendigo, el contestaba mendigo es el que pide y méndigo el que no da.

Anónimo dijo...

Hola

Como siempre me da gusto que te acuerdes de tantas cosas de tu infancia, tanto buenas como malas y al mismo tiempo de da gusto que siempre recuerdes a tu abuelita, y que tengas tanto que agradecerle en la vida, no cabe duda que eres una gran nieta y sobre todo muy sensible

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJAJA,la comida es en verdad como el "coco", la comida de los adultos es aburrida, no tiene sabor y aparte cuando es carne es dura y tus muy pequeños dientes no dan de si, entonces yo siempre he pensado que a diferencia de los adultos los niños solo comen lo que en verdad necesitan comer, es decir, los niños gordos son culpa de las mamás que los obligan y comerse todo el plato cuando el pequeño se sinete satisfecho, los niños no comen con gula y cuando tienen hambre comen muy bien, eso es lo normal... Solo que nosotros no enseñaron a comer cantidades muy grandes y a ser personas con biabetes a la larga. Yo todavía entiendo a los niños, alguna vez he pasado días sin comer porque no tengo hambre y nunca he tenido anemia y soy muy sana.

Anónimo dijo...

No seas tan exageradas, y no generalices, realmente no es tan feo ir al laboratorio y mucho menos comer huevos, no todos los niños son iguales como dices, a mi niña de 4 años le encanta ir al doctor, le guata tomar su medicina a la hora correspondiente, y le encantan los huevos tibios, es como te la eduques, si tu mama te amenaza con llevarte al laboratorio, asumes que es algo malo, pero si te explican lo bueno que es ir a un laboratorio a que examinen tu sangre para ver tu estado de salud, no hay por qué tener miedo.
Hasta pronto y no eduques a tus hijos como te educaron a ti.