jueves, febrero 21, 2013

Sobre los distintos tipos de violencia

Extremadamente molesta

Hay un ratón en mi casa, y estoy convencida de que está en mi recámara.

De hecho, varios ratones han habitado mi casa en los últimos años. La razón no es que viva en un lugar asqueroso y que nunca la limpie, sino que todo está hecho de madera. Tal vez lo anterior no tenga sentido, a mi llevó tiempo asimilarlo y de hecho mi familia en México no me cree del todo cuando digo que aquí las casas son de madera.

 Ya sean departamentos o casas (otra cosa molesta es que aquí un departamento no es considerado una casa, una casa tiene que ser una casa sola para llamarse casa) están llenas de hoyos en todas partes. Por ejemplo mi estufa es electrica y el enchufe sale de una pared, misma que obvio debe tener un hoyo. La calefacción, aún cuando realmente no sé cómo funciona, igualmente tiene hoyos. Pues por ahí entran los estúpidos ratones.

Durante los casi 5 años que he vivo aquí hemos atrapado a varios ratones gracias a las clásicas trampas que todos conocen. Al parecer, o según la teoría de Morgan, las posibilidades de tener ratones en el verano son escasas, mientras que en el invierno, al buscar los ratones lugares cálidos, siempre hay más. Obviamente hemos tratado de cerrar los hoyos de todas las formas posibles y por días o tal vez semanas parecen funcionar, pero de alguna forma o de la otra, los ratones siempre ganan. Los he escuchado en las paredes, rascando y haciendo nuevamente el hoyo que hemos sellado.

Mi relación con los ratones en general es la siguiente: no les tengo miedo, no los amo, pero es justo decir que no me dan miedo o pavor. En un mundo ideal, y si pudiera, quizás los atraparía sin matarlos y los liberaría en la calle, en el parque, no lo sé. Pero no vivo en ese mundo ideal, los he visto caminar en mi cocina, he tratao por meses de bloquearles el paso, de matarlos dignamente con trapas. Y como tengo un límite, compré trampas de pegamento que la parecer son ilegales en alguns países, estados o provincias -no son ilegales en donde vivo porque fácilmente puede comprarlas-. 

Y ahora comenzaré a quejarme, porque estoy ¡CANSADA! de los estúpidos ratones.

1. Estoy harta de verlos caminar en mi cocina...de pasearse descaradamente debajo de mi estufa y debajo de mi refri...de escuchar sus ruidos.

2. Si en Canadá usáramos zaptos -y ahora en el invierno, botas-dentro de las casas, ya los hubiera aplastado

3. Estoy cansada de que nadie me crea, porque aunque fingen hacerlo, la verdad es que sé que nadie me cree o comprende lo molesto y asqueroso que es verlos en el lugar donde preparo la comida, donde camino para prepararme un té. Nadie me cree que los he escuchado haciendo ruidos en las paredes. 

4. Estoy harta además de tener que respetarlos como seres vivos y animales que son. Harta de ser considerada como mala persona  porque no respeto a los animales, por que ¿quién soy yo para querer que mueran en una trampa de pegamento o que mueran en general? Harta de tener que fingir civilidad en este país donde todo mundo finge bondad pero tiene doble estándares para todo.

5. Anoche vi al ratón fuera del área de la cocina, en el pasillo, y sin tener a mi alcance algo para matarlo lo vi  caminar hacia mi recámara, ¡lo ví! Y cuando finalmente tuve herramientas para matarlo y puse trampas en la puerta para que eventualmente fuera capturado, no lo logré. Y lloré de desesperación, coraje, cansancio y frustración. Dormí en el sillón porque no pienso dormir en mi recámara hasta que vea yo a ese estúpido y miserable raton en una trampa.

6. No me importa que pasen semanas, hasta que yo no lo vea muerto, no voy a descansar...y justo a hora comienza a oscurecer, y saldrá de alguna parte, y no voy a descansar hasta que desaparezca. Y no me voy a disculpar con los canadienses por querer la muerte de ese ratón,

Amplia recomendación

Terminé de leer un libro precioso y que estoy segura siempre recordaré. A Través de Cien Montañas es la primera obra de Reyna Grande, una inmigrante mexicana que vive ahora en los Estados Unidos. La historia es de esas que se leen y nunca pueden olvidarse. Me alegro enormemente de haber descubierto la obra de Grande, de saber que alguien escribe de forma tan maravillosa las experiencias de tantos inmigrantes, de cómo la inmigración marca para siempre a las familias, a los niños, a generaciones enteras.

Cuando se topen con este libro, deben comprarlo