miércoles, mayo 21, 2008

Dos amigas

Sólo tengo una amiga verdadera dentro del círculo de mamás que veo todos los días en la escuela: se llama Sonia, es mamá de Avneet y Gerpaul – no se cómo se escribe el nombre del último-, tiene 37 años y es de Kenya.

Es lindísima, apenas compartió conmigo pastel de naranja, me llevó exclusivamente a mí samosas de papita (¡exquisitas!) y creo que, no solo me estima, sino que soy la única amiga que tiene aquí, o al menos la única mujer con la que habla y se queja. No es que no le interese lo que a mi me pasa, sino que en su vida hay tantos conflictos y tristezas, que tiene que desahogarse, hablar, aunque sea conmigo, que tiene escasos meses de conocerme y nuestra amistad como tal, comenzó en enero.


Es de esas mujeres maravillosas que ha pasado prácticamente toda su vida sufriendo, siendo víctima de malos tratos, discriminación, y demás, pero que lucha por sus hijos, por salir adelante y que a pesar de todo lo que ha padecido, no conoce la maldad.

Y es que este jueves, mientras se quejaba sobre la abuela de su esposo y lo desgraciada que es la vejilla esa, de pronto se puso a llorar y me dijo: “Silvia, no sabes lo difícil que es ser la hija de un hombre pobre en Kenya”. Yo me traumé en ese momento, y lo único que pude hacer fue tomar sus manos, decirle que no estaba sola y que siempre podía contar conmigo. Me siento frustrada porque realmente no puedo ayudarla, al menos no como yo quisiera, pero a la vez, sé que con el simple hecho de escucharla y estar ahí, ella se siente “reconfortada” y no tan sola y miserable.


Ese mismo día, minutos después de la escena que acabo de narrar, leo un mensaje en mi computadora sobre una amiga de la preparatoria y su vida de primer mundo por Europa. Es cierto que mi amiga es inteligente, que no es una floja mediocre, pero también es cierto, que gran parte de sus logros profesionales y académicos provienen de su posición económica. Siempre –bueno, desde que pienso por mi misma y asimilo las cosas, en mi caso, es fue como a las 11 o 12 años- he estado consciente de los grandes contrastes de la vida, y de hecho, se que si reflexiono a fondo, Sonia es verdaderamente afortunada, sin embargo, después de leer en mensaje de mi amiga de la prepa, me sentí impotente de no poder ayudar a mi otra amiga de la forma en que me gustaría.

En fin, habrá quienes piensen "así es la vida"


3 comentarios:

Dama Bizarra dijo...

Ay no, a mi desde niña me han sensibilizado mucho ese tipo de temas. Uno de mis más grandes secretos, es ke cada vez ke leo noticias internacionales lloro, de veras, por eso ya no compro el peródico diario. Los contrastes son feos y saberse impotente es peor.

Anónimo dijo...

Hola

Que bueno que seas amiga de Sonia y se que no tengo que decirte que la sigas apoyando y escuchando, a veces es suficiente sentir una mano amiga o un abrazo sincero que mil palabras vacias o huecas que la gente no siente, y tu tienes una gran calidad humana y sensibilidad por los seres que sufren, y por todo esto yo te dijo que te amo.

Anónimo dijo...

¿Quién es tu amiga de la prepa con su vida de primer mundo por Europa que llegó hasta ahí por su posición económica? ¡Aaaahhhh! :( tqm D.