Siempre que estoy en tiendas de discos o en librerías, tengo la impresión de que los vendedores piensan que me robaré algo porque tardo horas y a veces ¡no compro nada! Pero hoy no fue un día de esos, porque después de comer y en el rayo del sol, me fui a la librería tan solo con mi cartera (ninguna bolsa para no levantar sospechas) a comprar un nuevo libro.(Mi madre dirá que en la casa hay muchos que no he leído, y…tiene razón, pero hoy quería comprar un libro, eso es todo, es una de mis tantas formas de motivarme)
No quería ninguna lectura que me hiciera pensar mucho, jajaja tal vez sea un poco mediocre, pero es la verdad, por el momento no quería algo que me llevara a pensar y reflexionar constantemente.
No quería ninguna lectura que me hiciera pensar mucho, jajaja tal vez sea un poco mediocre, pero es la verdad, por el momento no quería algo que me llevara a pensar y reflexionar constantemente.
Mientras buscaba mi nueva adquisición, pasé por la zona donde había tomando mi último libro, el de Erich Fromm, justo ahí quise comprar uno que toda mi vida he querido –una de mis exageraciones- “El hombre en busca de sentido” de Victor Frankl, pero el presupuesto que llevaba no me lo permitía, así que opté por uno que meses atrás ya había visto y que no tenía nada que ver con el amor, el sentido a la vida etc.
¿Que si no tenías más opciones? ¡Claro que sí! ¿Entonces? Una decisión arbitraria como tantas.
Voy tres capítulos, y me he divertido muchísimo…es, hasta el momento, justo lo que esperaba, diría un amigo: “es muy ameno” y todo apunta a que así será el resto.
Voy tres capítulos, y me he divertido muchísimo…es, hasta el momento, justo lo que esperaba, diría un amigo: “es muy ameno” y todo apunta a que así será el resto.
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