Conozco a toda clase de viejitos: sordos, necios, con bastón, sin bastón, mañosos, tiernos, lúcidos, chistosos, agradables, abandonados por sus familias, los que viven en asilos, los que viven con sus hijos y nietos, los que piensan que son una carga para su familia, los que se resisten a aceptar su edad… Y a pesar de todo eso, de los pocos pros y de los muchos contras que dice la mayoría de la gente que hay, me encantaría llegar al menos a los ochenta años.
Sobre los pros y contras, creo que todo se centra en dos aspectos fundamentales: la salud y la situación económica.
Quiero llegar a viejita pero con una salud -dentro de lo que se pueda- buena, es decir, valiéndome por mí misma, caminando, sin tanques de oxígeno, sin enfermedades que me vayan deteriorando; económicamente no quiero depender de nadie, si con mi propio dinero quiero vivir en un asilo, adelante, si quiero vivir en Rusia, perfecto.
Bajo las dos anteriores condiciones ¡claro que quiero ser una anciana y vivir mucho! Pero sé que es un reto mantener la salud y la seguridad económica; aunque suene ridículo, ya estoy ahorrando para mi vejez, porque así como están las cosas, no sé si podré tener una pensión, y verme beneficiada de la seguridad social (de hecho, lo dudo).
Me parece que ahora es el momento perfecto para comentar otro más de mis tantos sueños: ¡tener un asilo! Siempre ha sido mi sueño caminar por las calles, y a todos los viejitos que vea pidiendo limosna, tomarlos de la mano y llevarlos a mi asilo; en él, podrán vivir, comer, y si quieren -dependiendo sus habilidades y condiciones-, realizar tareas de carpitería, bordado, pintura, tejido, etc., tendrán clases de baile, escucharan la música de su época, verán igualmente las películas de sus tiempos, no tendrán que preocuparse nunca más por el dinero, por las medicinas, por nada, su única tarea será sonreír y disfrutar lo que la vida aún les regala. ¡Ya lo estoy imaginando! Este gran anhelo es uno de mis primeros sueños, y haré todo lo que pueda para poder llevarlo a cabo.
Durante varios años fui testigo de los "bailes" y reuniones de los jubilados del ISSSTEP, y siempre que los veía bailando danzón lloraba -no hubo ocasión que no fuera así-. ¿Por qué razón? De felicidad, de ternura, a veces de miedo al darme cuenta que ellos, a sus ochenta o setenta años se veían felices y plenos al menos por ese rato, y yo en ocasiones me sentía la más sola, fea y miserable de las mujeres.
! Hoy me doy cuenta la importancia que tiene este sueño en mi vida!
Nota: Creo en el amor a esa edad, porque de cualquier forma, creo en el amor verdadero, incondicional y para toda la vida.
1 comentario:
Amiga no sabes el gusto que me da que pienses asi, y aunque me rei un poco por tu ahorro para la vejez se que cuando estemos viejitas primero dios estaremos juntas y si yo no ahorre nada tu me vas a mantener jajaja, no sabes como me gustaria a mi llegar a ser vieja estar en plenitud, en cuanto a salud y economicamente pero principalmete segiur teniendo amigas como tu.
Te quiero mucho y solo espero que como nosotras nuestra amistad siga creciendo y formandose dia a dia.
Besos Dilia
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