miércoles, octubre 10, 2007

Correos

Ayer deposité mi confianza en el Servicio Postal Canadiense. Fueron muy amables las personas que me atendieron; mandé seis cartas, 5 rumbo a México, una para Francia y pagué alrededor de $10 dólares.

Debo confesar que me encanta ir a cualquier tipo de oficina postal, y aunque estoy en Canadá, no hay nada como el Edificio de Correos de la Ciudad de México e incluso el de Puebla con esa hermosa fachada de petatillo con talavera.

Mi relación con el Servicio Postal Mexicano data de hace unos 10 años, cuando comencé a escribir cartas y vivía en el DF; las cartas las mandaba a mi amiga Tere; era lo máximo porque utilizábamos sobres tamaño carta – de esos color manila- y nos contábamos detalles de cosas que realmente no tenían ninguna importancia, enviábamos también estampitas, recortes, etc.

En ese entonces tenía 13 o 14 años, pero aún ahora a los 22 me emociona recibir correspondencia, así como escribir cartas ( cuando digo correspondencia, no me refiero a estados de cuenta, el pago de la luz o el teléfono, sino cartas con un remitente que se tomó el tiempo y la molestia de escribirnos con su puño letra, de saber cómo estamos, de contarnos algo, de despedirse con su firma).

Pero mi amor a escribir cartas surgió en tercero de secundaria; escribía al menos 3 cartas por mes, todas ellas para mi amigo Patricio, él es a quien más he escrito y a su vez, nadie me ha escrito tanto como él.

Sentarse y tomarse el tiempo de escribir una carta, poner la fecha, cerrar el sobre y anotar nuestro nombre y dirección como remitente: ¡lo adoro!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué comentario tan maravilloso! Yo también amo el servicio postal internacional :) Cuando era chiquita siempre decía que de grande trabajaría en una oficina de correos (y con los años mis ambiciones fueron creciendo, al punto de querer ser la persona encargada del servicio postal entero, jeje!). Esperaré con ansias la carta enviada a Francia :) TQMMM Denni

Sil dijo...

Enviar cartas entre familiares o amigos es algo que por lo menos por aquí ya quedó lamentablemente en desuso. Sólo llegan facturas por correo. Nadie escribe porque hace uso y abuso de las líneas telefónicas, del celular y del correo elctrónico.
Pero en la época en que en Argentina sólo unos pocos tenían teléfono y ni hablar del celular (que recién se multiplicó su uso a partir del año 1996 más o menos) ni de la computadora, (las que recién empezaron a ser normal tenerlas en casa de familia recién pasado el año 2000), en esa época todos escribíamos y había un ritual que en mi caso también disfrutaba. Además escribir me encantaba, pero recibir una carta era tan pero tan emocionante. No hace mucho le pedí a mi mamá, que vive en Mar del Plata que le enviara cartas a mis hijas para que experimentaran la sensación de recibir cartas en casa. La verdad es que las recibieron y según sus caras, no sintieron nada!!!!Porque claro, nacieron en este mundo de tecnología avanzada. Era mucho más emocionante que esperar correo por Internet.