Sentir la danza

Sé que apenas escribí sobre danza Butoh, y que hace tiempo también lo hice sobre mi historia dancística desde el kínder hasta que descubrí las clases de música polinesia con mi amiga Dilia, pero este viernes iré al Festival Internacional de Danza en Vancouver 2008; me conozco, y estoy segura que lloraré al ver la presentación.

Cuando me refiero a la danza, hablo de presentaciones, de artistas desenvolviéndose en un escenario, de aquellos que dominan su cuerpo, el espacio, el ritmo y la música: ¡artistas de verdad!

Mi hermano un tiempo estuvo en el grupo de danza regional de su escuela (sobre el cual no haré comentarios porque “si no voy a hablar bien, mejor no hablar”), pero esto fue cuando él estaba en kínder y obviamente el grupo estelar era el integrado por niños mucho más grandes y con mayor "dominio" de los bailes regionales mexicanos.

Cuando veía las presentaciones de mi hermano (en kínder todos son preciosos, mmm bueno, no, pero sí la gran mayoría, porque cuando un niño no tiene “gracia” no hay nada que se pueda hacer) en el intermedio o simplemente “para rellenar” la función, bailaba el grupo principal; ya desde ahí es posible darse cuenta a quién de verdad le gusta la danza, quien siente la danza como parte de su vida, quien la disfruta y goza en todo sentido. Había algunos niños que no bailaban mal, que seguían los pasos, no se equivocaban, pero simplemente no se les veía ese amor a lo que hacen que los verdaderos artistas expresan. A quienes les gusta la danza, la música y en general las artes, sé que me comprenden, quienes sencillamente no aprecian este tipo de cosas, no deben tener idea lo que estoy hablando, y por más que lo intenten o por más descriptiva que sea no lograremos nada.