Este septiembre haré realidad uno de mis tantos sueños: tomar clases de yoga. Este sueño es relativamente nuevo, cuando mucho debe tener unos 6 años (consideren que algunos de mis tantos sueños son verdaderamente viejos), pero el martes 13 de septiembre a las 9:00 am es mi primera clase.
Me resistí por muchos meses a inscribirme, y es que no comprendo por qué algo para lo que no se necesitan aparatos o algún tipo avanzado de hardware se tenga que pagar una fortuna. Lo más molesto es que en mi universidad, aunque pago una millonada en cuotas para actividades recreativas, ninguna ya no digamos es gratis, ni siquiera es barata. Pero en fin, Morgan me dijo que ya era tiempo de que las tomara, que yo lo merecía (ajjaa el siempre me dijo que entrara pero yo me resistía sin ningun argumento decente). Así que iré dos veces por semana, antes de mi clase, a aprender hatha yoga.
Ya desde ahora estoy emocionada porque sé que cambiará mi vida, y me ayudará a reducir estrés y ansiedad, al menos eso es lo que dicen numerosos estudios y yo creo firme y ciegamente (independientemente de que lo necesito).
Por otra parte, estoy segura que este semestre en la universidad y en el trabajo me irá muy bien y tendré tiempo suficiente de escribir en mi blog, no como el año pasado que prácticamente quedaba abandonado por semanas.
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